Vengo escuchando, últimamente, el drama que para algunos, instalados en lo «políticamente correcto», suponen los cuentos tradicionales con brujas, madrastras, padres que abandonan a sus hijos, etc, etc, para los niños. Cuentos que una mayoría de la población escuchamos en la infancia y no nos sentimos traumatizados por ellos, al revés, nos encantaban. Quieren eliminarlos porque son demasiado crueles y podrían dañar la mente de nuestros pequeños ( supongo que alguno tendrá un trauma infantil que quiere pasarnos a los demás). No estando de acuerdo con la propuesta os ofrezco el punto de vista de Bruno Bettelheim y sus obras: El mundo encantado (1976), Psicoanálisis de los cuentos de hadas (The Uses of Enchantement, 1976), en la que subraya el importante papel que desempeña el cuento en la liberación de las emociones del niño.
Porque reconozcámoslo a los niños les gustan estos cuentos y a demás son necesarios. Los adultos sabemos que una obra de arte no refleja la realidad sino que es elaborada según las propias reglas del artista, el niño que escucha estos cuentos sabe que le hablan de problemas reales pero no lo hacen con el lenguaje de la realidad, sino que apelan a la fantasía.
Bettelheim ofrece este ejemplo: “los antiguos egipcios, al igual que las criaturas, veían el cielo y el firmamento como un símbolo materno (Nut) que se extendía sobre la tierra para protegerla, cubriéndola serenamente a ella y a los hombres. Esta noción ofrecía seguridad donde y cuando más se necesita: una seguridad que, llegado el momento, permitirá una visión verdaderamente racional del mundo. (…) los antiguos necesitaban sentirse protegidos y abrigados por una envolvente figura materna. Despreciar una imagen protectora de este tipo, como simples proyecciones de una mente inmadura, es privar al niño de un aspecto de seguridad y confort duraderos que necesita.”
Bettelheheim no rechaza estos cuentos, “no carece totalmente de atractivos –simbolizado por el enorme gigante o dragón, por el poder de la bruja, o por la malvada reina de ‘Blancanieves’- y, a menudo ostenta, temporalmente, el poder. En la mayoría de los cuentos el usurpador consigue, durante algún tiempo, arrebatar el puesto que, legítimamente corresponde al héroe, como hacen las perversas hermanas de Cenicienta. Sin embargo, el hecho de que el malvado sea castigado al terminar el cuento es lo que hace que estas historias proporcionen una experiencia de educación moral”
Caperucita roja, Pulgarcito, Cenicienta, Hansel y Gretel, son algunos de estos cuentos terroríficos por la tragedia que se vive en ellos. Pero no menos que el coyote, Bugs bunny, o Rasca y Pica de los Simpson. El truco una muerte inmortal donde el malo siempre resulta perjudicado y perdedor.
Mury, un beso
Yrum 