Los fantasmas de la caza.
En la sala de los animales disecados, donde blancos lienzos verticales, sólidos y rotundos sostenían decenas de armas de todos los tamaños y calibres, revoloteaban, alrededor de la exposición mortal, diminutos animales alados cuasi traslúcidos: osos polares, elefantes, aves, cérvidos, felinos…
Los veía cada vez que entraba en aquella sala. Parecían angelitos enjaulados.
Desde la carretera ante la histeria de mi familia y sin remordimientos, miraba al fuego implacable convertir en cenizas aquel cementerio animal disimulando mi alegría.